Miércoles, 11 de abril de 2012

Hay fragancias con el poder suficiente para transportarte al pasado, para embarcarte en un camino de recuerdos.
Una simple colonia, un perfume recogido en un pequeño botecito dejado encima de un armario cualquiera, un olor en mitad de la calle que provenga de cualquier persona...

Un olor cálido, que te recuerda la última vez que amaneciste abrazada a su cintura, a dos centímetros de su cuello, bajo la ligera presión de sus manos enredadas en tu pelo. Recuerdas como separaste un poco tu cabeza de la carretera a su pecho para observar sus ojos, aún adormecidos, cerrados, te reías interiormente por su cabello despeinado, y ligeramente tu mano izquierda rozaba sus pómulos, su boca, su barbilla, su cuello. Y empezaba a quejarse, refunfuñaba de una manera tan graciosa que no podías escapar las ganas de besar sus labios, a pesar de saber perfectamente que si lo hacías se "enfadaría", abriría los ojos, te miraría con cara de mala y se giraría hacia el lado contrario para no verte. Empezaría a reírse y a replicar que no la dejas dormir.

Podría haber pasado toda la vida entre aquellas sábanas, escondida en su piel, perdida en sus besos y encadenada a los "te quiero".


Sé que podré dejar de echarla de menos, pero también sé que cuando eso llegue posiblemente sea porque la tenga a mi lado.



Tengo que empezar a sonreír más, antes de apagarme de nuevo.


Sam.

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