Será mejor, ya no te alejes no digas adiós.-


A la chica más bonita que puede existir en mi, a toda una hermana, a ti, Marina:

Nos conocimos hace dos años y diez días, no voy a volver a explicar nuestra historia, nosotras ya la sabemos más que bien.
Lo importante aquí hoy es la fecha, es este día tan bonito y tan maravilloso.
Y es que hoy hace dieciocho años nació una de las personas más importantes de mi vida, tú.

Quizás no hayamos estado siempre juntas, y quizás hayamos tenido serios problemas para mantenernos unidas, ¡MALDITOS IMPEDIMENTOS!, pero después de todo míranos, aquí, juntas.
Hay tantas cosas que nos unen, y ¡tan diferentes que somos!
¿Recuerdas aquello? "Hoy me convertí en demonio me han echado de la Tierra, quiero estar entre tu cuerpo aunque conozca el infierno." No puedo dejar de pensar que pa' cosas buenas yo quiero quedarme a tu lado.

O también pensar que la Paz me llega si te tengo cerca,  que sé que si en algún momento decaemos cualquiera de las dos no necesitamos más que alargar el cuello y observar allá al cielo en algún lugar sobre el arcoiris para saber que ahí estaremos siempre juntas.

Me gustaría tanto poder estar allí hoy, pero sabes que es complicado.. Pero eh, ¡que iré tan pronto como pueda!
¡Que, aunque no hayas podido violarme antes de tus 18, yo no se lo contaré a nadie si lo haces con ellos!

Y aunque la gente crea que tú y yo somos o seremos algo más, la gente debería entender que este amor de hermanas no lo cambiaría ni por todos los amores del mundo, porque sin ti yo me hundo, y eres tú lo que necesito.

Te quiero demasiado Marina,

Sam.

PD: Que sepas que llevo como media hora escuchando ErreWay para escribirte esto, como una chiquilla de nuevo.
PD2: Por si no queda claro, ¡FELICIDADES!
Hoy he vuelto a encontrar tu nombre escrito en los márgenes de mis libretas, cada uno de los dibujos tenía un corazón. ¿Tanto quise y tanto hace?

Diferencias.

Tres años. Cinco meses.
Exactamente ese tiempo separa el primer y el último de ellos.

El primero traía la novedad, el estreno. El último, implicó un cambio que está claro ha cambiado mi vida. Aprendí la lección, y supe actuar antes de que fuese demasiado tarde.

Y es curioso pensar en eso cuando tu mente está absorta, concentrada en cualquier estrella, por tal de no observar aquello que tanto deseas ver.

Sam.

Miles de Universos Infinitos a los que puedo transportarte con unas pocas palabras, unas letras que juntas crean un mundo irreal y mucho mejor que este que vivimos.
Yo quiero regalarte uno de esos mundos, aunque me gustaría poder regalártelo de otra forma, creo que esto ya es algo, pues sé que la otra forma queda muy lejos de poder ser real.

Puedo escribirte sobre vidas rebeldes, quizás Valerie, una niña de papá que prefirió prostituirse a aceptar los sobornos de un padre que jamás la comprendió; quizás prefieras la vida de Asha, una marroquí que utilizó la cara patera que la traería hasta la costa sur de una España que la mató; o Andrea, una mujer de cuarenta años que, harta de fingir orgasmos con un marido al que nunca amó, decide llamar a Sonia y confesarle que siempre ha estado enamorada de ella; ¿y Tania? la solitaria chica del quinto piso que vomita tras cada comida para así perder esos kilos de más y enamorar a Raúl, aunque él ya esté loco por ella.

Aunque de todas las que puedo escribir, yo, una simple aficionada a hacerte sonreír a través de mis palabras, prefiero la de Marta: Una adolescente madura para sus diecisiete años, con sed de huida, con demasiadas ganas de llegar a ese bohemio París o a un Londres gris que la reciba con los brazos abiertos y un cartel de FUTURO.
Una chica con una de las sonrisas más bonitas que existen, una enamorada de las artes y la belleza. Una de las personas que más huella han dejado en mi vida, y un lobo al que esta tonta caperucita le dedica estas palabras.


Dicen que encontrar una musa nunca es fácil,
maldita seas por aparecer.
(O gracias a mi ángel por enviarte)

Sam.

Soy una ninfa.~


No hacía demasiado que nos conocíamos, quizás un par de meses, pero eso no impedía la buena relación que teníamos. Lo primero que había visto de ella había sido su menudo cuerpo encajado entre las varas de un corsé rojo, sus labios resaltados con el carmín rojo quedaban marcados cada vez que le daba un trago a su cubata, tenía unas manos preciosas, muy estilizadas y con unas curiosas uñas esmaltadas de rojo, no era la primera vez que entraba en aquél bar, pero, nunca la había visto.

Pude ver que su bebida estaba agotándose y llamé al camarero, le conocía de sobras. Le dije que le pusiese un cubata de lo que estuviese tomando ella, pero nada de medio tubo, que se lo pusiese entero, que esta vez pagaba yo, y que para mí, y cambiando mi costumbre de cacique con cola, pusiese lo mismo. Toni me hizo caso, y, cuando sirvió la copa, vi como la chica me miraba extrañada, levanté mi cubata y ella me imitó, creí oportuno acercarme, y saber algo más de ella.<


Ya se sabe que las conversaciones entre copas nunca son como se planean en la cabeza, pero me quedó claro que se llamaba Roxanne y que era de la ciudad, al menos por un tiempo.

Quedamos para la semana siguiente, pues el bar debía cerrar. Decidimos vernos en el mismo bar, a la misma hora que nos habíamos conocido aquél día. Y eso se repitió cada semana hasta que llegó una tarde de sábado en la que las dos, aburridas, decidimos quedar. Por primera vez la invité a mi casa, supuestamente íbamos a ver una película.
Obviamente no escogí una película cualquiera, tenía una idea muy clara. Escogí una película que hacía tiempo tenía pendiente para ver, la temática podía ser demasiado directa, pero, no quería volver a perder el tiempo en una conquista imposible.

Roxanne llegó a mi casa enfundada en un ajustado vestido negro de escote, y unos tacones rojos, parecía toda una domina y eso me encantó. Yo había escogido algo atrevido en mi armario: conjunto interior de encaje, tacones de aguja finos, minifalda y una camisa transparente roja.
Pude notar las mejillas ruborizadas de mi invitada cuando me vio, en realidad por mi cabeza pasaban miles de piropos para decirle, pero fui incapaz de decirle más que un “estás preciosa esta tarde”. La invité a entrar, y la película empezó su reproducción.

Las protagonistas estaban encerradas en una habitación de hotel perdidas en una ciudad desconocida para las dos, y desde el primer instante empezaban una relación sexual intensa.
Imagino que fue la situación en la que nos adentró la película, o quizás las ganas que nos teníamos después de tantas semanas de tonteo, pero en un giro de cabeza encontré a Roxanne sentada entre mis piernas, y mirándome directamente a los labios. Entendí esa señal, y, agarrándome a su nuca, acerqué mis labios casi rozando los suyos, y fue ella quien se abalanzó sobre mí.
Fue un beso apasionado, tanto como los que habíamos visto en la película. Cuando nos separamos, por un instante le pregunté si estaba segura de aquello, y me dijo que nunca lo había estado tanto. Me levanté, puse sus manos en mis caderas y le hice entender que quería que me siguiese, así fue como entramos a mi habitación.

Mi habitación tenía poca luz natural, pues la ventana daba a un pequeño patio de luces, y, a pesar de que a mi no me gustaba, a ella le encantó.
Hice caer su frágil cuerpo sobre los ropajes de mi cama, y me tumbé a su lado sin dejar de besarla ni un solo segundo, mientras notaba como ella colaba sus perfectas manos por dentro de mi camisa. Noté como sus dedos acariciaban mi espalda, mis costados, mi cintura, se desplazaban torpemente por mi piel, así que decidí desabrochar la cremallera trasera de su vestido para así poder notar su piel más cercana a mí.

Perdimos la ropa entre abrazos y besos enloquecidos, tan sólo quedaban nuestras ropas interiores, y nuestras pieles podían acariciarse, creaban chispas de pasión con cada leve roce. Yo, por dentro, ardía en deseos de sentirla más cerca, de notarla aún más.
Desabroché su sujetador con un pequeño movimiento en mi mano derecha, aquella pieza de ropa cayó y pude descubrir aquellos pechos que tanto había imaginado las últimas semanas, los besé, los acaricié, creí poderlos venerar. Ella me imitó y pude notarme libre, libre encima de su piel, tan sólo nos separaba una prenda de la desnudez total.
Pero antes de que eso llegase las caricias siguieron, aunque no por mucho tiempo. Me gustaba jugar, y sabía que a ella también. Me levanté silenciando sus preguntas con un beso, y fui a buscar algo que tenía guardado en uno de mis cajones, dos pares de esposas.

Agarré sus muñecas cada una a una de las barras laterales de mi cama, así impedí que pudiese moverse, tenía algo preparado.
Me coloqué encima de ella, y empecé a besar su frente, besándola hasta llegar a su cuello, un pequeño mordisco en él provocó que toda su piel se erizase, y otro pequeño mordisco en la oreja hizo que un pequeño gemido brotase de su pecho. Sabía que eso le estaba gustando, pero no había acabado ahí.
Entre besos descendí hasta sus pechos, a los que mimé entre pequeños lametones y alguna que otra mordedura pícara, mientras mis manos acariciaban sus muslos, y podía notar como la piel se estremecía, me encantaba notarla así. Me detuve de nuevo para preguntarle si estaba segura, y antes de que contestase pellizqué entre mis dientes su tripa, un segundo gemido me afirmó la pregunta.

Deslizándome por su tripa con la boca llegué a la parte superior de su ropa interior, la cual mordí y, prácticamente, arranqué con la boca de su cuerpo. Volví a besar sus labios, mientras mi mano empezaba a masturbarla lentamente. Entre gemidos me lo pidió, y yo obedecí, pues ellas siempre tienen la razón. Azoté su nalga derecha mientras un insulto se escapaba de mi boca, sus gemidos habían aumentado de tono, y me notaba a mi misma ardiendo de deseo.
Entre azotes, “putas”, “zorras” y mis dedos dentro de su calor, sus gritos empezaban a hacerse notables entre las cuatro paredes de mi pequeña habitación, y entre ellos llegó un orgasmo. Llegó el punto máximo de placer, el pico que indica que había conseguido mi propósito, el hacerla disfrutar.

La tarde murió y en la noche las dos habíamos gritado de placer, habíamos sentido los golpes y nuestras pieles estaban enrojecidas por la pasión que, ocultas entre pintura, se había desenfrenado.
Antes de irse, pasamos por debajo de la ducha, donde, entre lágrimas de agua, mis dientes volvieron a clavarse en su cuello y nuestras manos volvieron a hacernos gemir hasta extasiar nuestro deseo.

Me costó demasiado despedirme de ella aquella tarde, pero sabía que volvería a verla, como siempre, a la hora de siempre, en la mesa de siempre.



Hay ocasiones en las que no debes ilusionar a un pobre ángel desquiciado,
pueden surgir de su cabeza historias como esta.
Espero que te guste.
Natasha.

Don't you cry tonight.~

¿Cuántas veces habré ahogado gritos, escondido lágrimas, evitado miradas desconcertadas en medio de la noche? ¿Cuántas veces he llorado en el silencio de una habitación oscura?
Demasiadas veces.

Y sé que no estoy sola en esta afición nocturna, o diurna, que para llorar no es necesaria la noche.

Muchos son los momentos en los que, quizás sentada en la ventana o quizás tumbada en la cama, los ojos se llenan de gotas saladas que empiezan un descenso por mis mejillas hasta morir en los caminos de mi cuello.
Los motivos no son necesarios, simplemente, ellas aparecen. Y necesitas gritar, necesitas desahogar todo lo que te nubla el Alma, necesitas que unos brazos rodeen tu cuerpo, pero estás en la soledad de tu llanto.
De nada sirve gritar, de nada sirve mirar a tu alrededor esperando esas palabras que quizás tanto necesitas.

La última vez que lloré en silencio me sentí tan sola, que creí poder ahogarme en mi propio río. ¡Qué dulce muerte, morir ahogado en tu propia vida!

Pero las lágrimas pasan, y siempre aparece alguien que te saca una sonrisa, alguien que consigue que salga el Sol y tus penas se disequen. Esa persona quizás sea quien menos lo esperas, o quien sabes que nunca te va a abandonar en tu soledad.
Y a ese alguien nunca sabes si darle las gracias, o, simplemente, guardarle un lugar en tu corazón para siempre.


Sam.


PD: Y, yo quiero darle las gracias a Ismael Álvarez (@ismaelalvarez), por hacer vídeos como el que ha inspirado este texto. ¡Y por ser un tío tan y tan grande!

Vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=qXuTlcXKoXg&feature=results_video

Hay tantos pensamientos, dudas, sentimientos, emociones, deseos y momentos escondidos dentro de un sólo suspiro, que imagina qué tanto hay en cada uno de los míos.

Diga'm que vols, donaría el que fos per saber què m'amagues, noia de vidre...

Sam.