Cúpido

La dulce caricia de sus palabras rozaron mi piel tan fuerte que hasta el milímetro más recóndito de mi ser se erizó.

Cada sílaba que tu boca desprendía caía sobre mi con tanta fuerza que sin buscarlo ni creerlo me cubrían de una fina capa de ti.
De ti que sólo eras polvo, imaginación, que sólo eras deseo y fantasías.

Cómo un fantasma detrás de cada foto, cómo esos desconocidos que sin más cruzan miradas en un metro lleno.

Eras mi propio recuerdo. Mi primera vez, mi primer beso, mi primera rojez de mejillas tempranas. Eras miedo y fuego. Mezclados en una criptonita que era enfermedad y salvación a la vez.

Eras... Eros.




"Eros, se enamora de la mortal Psique"
S.