De tardes negras.~

La música empezó a sonar, me perdí en su melodía, por un instante quise morirme en ella, desee entrar en aquel ritmo tranquilo y perderme entre sus variaciones rítmicas.
Unir mi corazón a los acordes que en un pianissimo iban apagándose hasta morir en el silencio.

Creía ser libre para danzar entre los arpegios de un sonido que describía de una forma demasiado clara mi propio estado anímico, me creí capaz de liberarme entre aquello que nunca me había pertenecido.
Maldita mi suerte que comprendí, en el último eco, que no se puede tener aquello que tan sólo se desea.

No podemos componer las canciones como a nosotros nos gustaría si estas no son nuestras.

Por eso pretendí salir de aquella oníria hipnótica para derramar la pena con lágrimas de hierro.

Sam.

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