Allí no hubo príncipes ni princesas,
tampoco reyes o reinas.
Éramos demasiado adultos para
cuentos de niños, y demasiado
niños para cuentos de adultos.

Nuestra historia quizás se había
escrito muchas más veces, pero
nosotros decidimos reescribirla,
seríamos los protagonistas,
debía ser así.

El final no fue feliz, ni tan
sólo comimos perdices. Mas
no podemos quejarnos, nuestro
nudo llegó a ser perfecto.

y... ¿Quién necesita desenlaces?


Sam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario