Domingo, 05 febrero 2012

Estoy aún en la cama, bueno, en el sofá que hace esa función cuando deciden dormir en la ciudad condal.

Es un día extraño, quizás la noche y los sueños han quedado marcados por el concierto/musical de anoche.
Un grupo de rock, una buena historia y un teatro con olor a cuero y whisky del bueno. Largas melenas en hombres y mujeres, ellos recogidas, ellas sueltas.

Ya me parecía que iba a ser una gran noche cuando llegaron los primeros amigos, sorprendidos por mi apariencia. ¡Que poco acostumbrada está la gente a verme vestida de mujer!
Una buena cena y el reencuentro con otros amigos, ¡que grande!

Y entonces empezó todo, frente a mi, en el escenario, Jane y Sam, la primera un angel, vestida con un traje blanco de luto y una larga melena morena, la segunda, vestida de negro con la apariencia más atroz que jamás haya visto.

Fue unas canciones después, cuando mi Sam, volvió a escena. Esta vez teñida de Muerte. Con sus tres parcas griegas, luces rojas y un precioso vestido negro. Era Samael, quizás me recordaba, también, a Báthory.

Es demasiado extraño el cúmulo de sentimientos que se pueden tener cuando te encuentras de frente a todo tu pasado, a tu alterego personificado por otra persona.
Desee salir corriendo, o bien que Samael me abrazase y me llevase entre sus brazos.

Puedo estar considerada loca, y lo estoy. Soy una loca presente, alimentada por un pasado demente.

Querría saber que buscas de mí, Destino. Mas, bien sé que muy pronto lo sabré.

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